AYER, de
pasada, en un diálogo con un indolente, J.S.M,
recordé la trascendencia del Libro VI de Eneida
en la formación vital y lectora. Entré en este libro
gracias a un verso, una hipálage de ensueño, que
Borges destacaba sin cesar en muchos de sus
volúmenes. Al tiempo, caí en la cuenta de que Borges
no había sido el único en percibir que ese verso era
el encuentro circular de todo el texto.
Sin embargo, el
Libro VI en sí mismo es un crisol de la posterior
literatura occidental. Luz y sombras, descanso y
reconversión, en él anida el centro y eje de todo lo
posterior. Es el germen nítido de Divina Comedia
de Dante y reformula la dimensión de Odisea
de Homero. Ahí es nada el trayecto.
Uno de los
principios que rigen estos libros es el deseo de
comunicación posterior a la humanidad. En este
sentido, Orfeo es el axioma que lo refrenda todo,
pues halla en la música el lenguaje perfecto para
sobrepasar lo que supera la lengua, el pensamiento
articulado y limitado del común de los mortales.
Otros, incluido Dante, a pesar de sus aseveraciones
a la incapacidad por expresar, optan por trasladar
al verbo la experiencia. Es el caso de Eneas:
"Dioses qu domináis sobre las almas [...] séame
permitido referiría lo que oí, pueda con vuestra
venía revelar los arcanos inmersos en la sombra de
lo hondo de la tierra!", espeta Eneas tras su
encuentro inicial con la Sibila de Cumas.
Entonces sucede
el verso que encandilaba a Borges: " Ibant obscuri
sola sub nocte per umbram".
No en pocas ocasiones he utilizado el verso, el magma de
sentidos que anida en él, sus formas, sus posibilidades
expresivas en verso y en prosa. Poemas, títulos de
libros, pasajes en prosa de diario, anotaciones que han
establecido una conexión intra e ínter textual con este
pasaje. Incluso la experiencia de haber visitado el
norte de Nápoles en la búsqueda de la quimera viva de
Cumas.
Hay versos, pasajes de obras, prosas que engloban toda
una tradición, marcando un época. Otras, sin
embargo, dictan los fondos secretos de la condición
humana. Y con ellos vibro a cada paso como si de una
revelación encarnada estuviera leyendo sus formas.