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  Realidad y ficción  Revista Lindaraja. Revista de estudios interdisciplinares  ISSN:  1698 - 2169  
 

 

Revista Lindaraja

 

 

Revista Lindaraja. nº 28. 

Mayo de 2010.

 

 

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Marco Antonio de la Rosa Ruiz-Esparza

    


Marco Antonio de la Rosa Ruiz-Esparza

LA ILUMINACIÓN Y EL CONOCIMIENTO MÍSTICO EN  SAN  PABLO

Un acercamiento desde el budismo Zen

                                                          “Un hombre que es dueño de sí mismo, donde  

                                                      quiera que se encuentre, se comporta con fidelidad a

                                                      sí mismo. A este hombre yo llamo maestro de la

                                                      vida”

                                                      (Uno de los grandes maestros Zen de la época                                                        T’an).[1]

 

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                                                           ÍNDICE

 INTRODUCCIÓN

 

1.      Un místico cristiano judío

2.      La experiencia de la conversión

3.      La experiencia de Damasco como experiencia de Iluminación

               a)  El significado y el alcance de la experiencia de Damasco

         b)  Pablo y la  espiritualidad del  fariseo   (Lc 18, 9-14: el publicano y el 

              fariseo)

        c)  La experiencia de la muerte y la resurrección de Jesús como inversión de

               todos los criterios humanos

         d)  La conversión de San Pablo. - La experiencia mística de Damasco –

                   d)1.  Zazen como conversión.-

 

4.   Conocimiento y mística

           a)   El conocimiento místico es por experiencia

            b)  Nuevo conocimiento por la experiencia mística

                       b)1.   La luz de la realidad

            c)   La visión cristiana

            d)   La experiencia mística como sabiduría divina

 

    5.   La mística en el budismo

       a)  El conocimiento en el Zen

                a)1.   Actitudes necesarias para acceder al conocimiento místico:

                                  1º. El silencio, 2º. El desapego y 3º. La atención.

                             1º. El silencio como actitud necesaria para acceder al conocimiento

                                  completo

                            2º. El desapego como actitud necesaria para acceder al conocimiento

                                 completo

                             3º. La atención como actitud necesaria para acceder al conocimiento

                                  completo

                             4o.  El silencio de la Iluminación

 

                   a)2.  El camino budista es el camino al Conocimiento[2]y la gnosis budista

            a)2.1.  El Tercer Ojo, o el conocimiento místico

 

b)       La Iluminación (satori) en el Zen

b)1.   El valor cognoscitivo del satori

                            b)2.  Un nuevo tipo de conocimiento del satori

               b)3.  Repercusiones en la vida cotidiana 

                               b)3.1.  Doble criterio de la autenticidad del despertar del Zen

                                          (Iluminación)

                                 b)3.2.  La Gran Muerte

                                 b)3.3.  La Iluminación como “despertar”

                                 b)3.4.  La Iluminación como experiencia del Vacío

 

                       b)4.  Valoración religiosa del “satori”

                          b)5.  El satori y el regreso a la fuente

 

6.      El conocimiento místico en San Pablo.

a)      El conocimiento de Cristo resucitado

b)      ¿Iluminación o conversión?

 

7.      El satori (Iluminación) de San Pablo y nosotros

             8.  ¿Qué nos enseña San Pablo a los que llevamos un camino oriental de meditación, como discípulo del Zen y como maestro de Sadhana (contemplación en sánscrito), método del P. Anthony de Mello, S.J.?

                    a)   Ver la propia naturaleza verdadera (kenshö)

                   b)   Analogía con el sentimiento de la experiencia de Dios

                  c)     Un nuevo acceso a las Sagradas Escrituras

                      c)1.  Un camino hacia delante

d)       Cómo pueden el método Zen y la Iluminación ayudar a hacer progresos 

       en el campo de la Ascética cristiana.

 

                     CONCLUSIONES  Y  PERSPECTIVAS

 

BIBLIOGRAFÍA

 

INTRODUCCIÓN

 

  Pablo es el prototipo del místico cristiano. Los que vienen detrás cantan el mismo canto de amor. También ellos aman a Cristo hasta la locura; también ellos desean la muerte y se glorían en la cruz por la que pueden conseguir la resurrección. También ellos fascinados por la mirada divina, lo arrojan todo y se lanzan desnudos hacia la meta en la que son vestidos en Cristo. También ellos ven su curación en su resurrección. Ésta es la doctrina de los grandes místicos cristianos. Pero el pueblo bajo, los escritores de folletos y los autores de tratados piadosos ven con frecuencia a Pablo gloriarse en la cruz y se olvidan de su mayor gloria: la resurrección. Así es como ha surgido dentro del mensaje cristiano una doctrina un tanto mórbida del sufrimiento y “del amor a la cruz”. Mórbida, porque gloriarse en la cruz mientras se olvida la resurrección es la estupidez de las estupideces. “Si solamente en esta vida esperamos en Cristo, somos los más miserables de los hombres” (1 Cor 15, 19).

  Todos los extremos llevan a reacciones peligrosas. Por esta comprensión mórbida del sufrimiento, de la renuncia, etc., ciertos modernos tienden a rechazarlo todo. Renunciar se ha convertido en algo desagradable y el sufrimiento ha dejado de ser algo desagradable y el sufrimiento ha dejado de ser algo en que nos podamos gloriar. No deja de ser una pena. “En verdad, en verdad os digo que si el grano de trigo, que cae en tierra, no muere, queda solo, pero si muere produce mucho fruto” (Jn 12, 24).

  La curación dentro del cristianismo es un proceso de muerte y resurrección en que el hombre, angustiado por su separación existencial de Cristo, de otros hombres y del cosmos, vuelve a unirse con el único que ama y anhela. En el budismo se da un proceso similar. Precisamente porque el yo separa al hombre de todo lo demás, por eso tiene que morir. Por la muerte y la pérdida del yo (jiga) el hombre entra en el nirvana o unión con el cosmos. Un sacerdote católico, amigo mío (nos cuenta el P. William Johnston, S.J.), que practicaba un poco de Zen, me contaba que su maestro de Zen le había dicho en cierta ocasión con cierta severidad: “Dios envió a su Hijo único al mundo para morir. Y Ud. debe morir también. Así, pues, muérase.” Es un ejemplo más de la habilidad budista para ver la importancia del dogma cristiano para la vida diaria. Qué bien comprendía que así como Cristo murió deben también morir sus seguidores si han de entrar en la resurrección.

  Pero en ambas religiones, previo a la muerte está el desasimiento o renuncia inevitable. En el budismo el deseo egoísta levanta el ego ilusorio y ensancha la zanja que separa al hombre de todo lo demás. Por eso se ha de rechazar todo deseo y apego, no sólo a las comodidades, lujos y placeres de la vida sino también al conocimiento y al progreso de pensar. La renuncia más rigurosa es la exigida en la misma práctica del Zen: constantemente se nos pide que renunciemos al deseo natural del conocimiento intelectual. Y el proceso de la meditación cristiana es bastante similar. “Quien no renuncia a todas esas cosas no puedes ser mi discípulo” (Lc 14, 33). Y aquí “todas” significa todo. San Juan de la Cruz exige renuncia, desasimiento, nunca de Dios, es cierto, sino de los pensamientos, ideas y sentimientos sobre Dios. La justificación de esto se basa en la Escritura. Dios está por encima de todo: ideas, ídolos, imágenes y palabras de todo tipo. La perenne tentación del hombre (como la de Israel) ha sido siempre meter a Dios en una caja o en una categoría y así poder controlarlo. El saber conceptual es una forma de domesticación que se ha de abandonar a favor del conocimiento no conceptual, una nueva manera de conocer y de amar que penetra en el silencio de la “nube del no-saber” o de la “noche oscura” (de san Juan de la Cruz). Éste es el conocimiento místico que trataremos de explicar en el siguiente trabajo.[3]

  Quisiera agradecer a los Misioneros de Guadalupe, al Instituto misionero al que pertenezco, el haberme facilitado en el año 2008 un tiempo sabático para el estudio del Máster “Mística y Ciencias Humanas” de la Universidad de la Mística de los padres carmelitas en Ávila, España. Y al estudiar la “Noche Oscura” de San Juan de la Cruz y poderla comparar con el Zen. Agradezco también a los padres carmelitas tanto de España como a mis maestros de muchas partes del mundo. Lo mismo quiero agradecer a mis maestros Zen Dres. Sato Kenko de la secta Soto Zen , del templo budista Erinji de Aizu Wakamatsu y al P. Klaus Riesenhuber, S.J. del Centro para la meditación Zen de Akikawa Shinmeikutsu (La cueva de la oscuridad divina) de Tokio; por su orientación y ayuda en estos diez años de práctica del zazen.

  Hay que tener en cuenta que cualquiera puede tener la Iluminación si marcha por el camino correcto. No es budista ni cristiana, ni está absolutamente aliada con ninguna confesión religiosa. El fenómeno de la Iluminación se encuentra en la India ya antes del budismo. También se encuentra en el Islam, lo mismo en la religión cristiana, aun cuando no tan exclusiva y metódicamente pretendida como en el Yoga y el Zen.

  En el sentido conceptual la Iluminación es la posesión de un poder espiritual, que de suyo tiene todo hombre, pero estaba escondido, y por tanto no se podía disponer de él. Que existe un tal poder en el hombre, se puede comprobar también por la experiencia de otros. Pero la toma de posesión de ese poder debe realizarlo cada uno por sí mismo. De otro modo, el conocimiento de ese poder permanece en teoría únicamente y no ayuda nada. El poder recién descubierto no descansa en el plano sicológico de la conciencia, sino más allá de él. Este descubrimiento es directo y experimentable. En todo caso, se trata de un descubrimiento y activación de un poder espiritual, que antes no se conocía, ni con el cual se podía contar. Esta concepción de la Iluminación la aceptará ciertamente todo aquél que tenga una experiencia de Zen.

  Cuando se le preguntó a un bonzo experimentado, si la Iluminación es un conocimiento supraconsciente, intuitivo, respondió que la Iluminación no es un conocimiento intuitivo, sino el perfeccionamiento continuo del hombre.

  La Iluminación es la impresión que recibe es tal como si descorriera un velo y se abriera un horizonte. No existe aquí una exacta comprensión de cuestiones particulares, pero se entiende, de pronto, el nuevo orden cósmico.

  El hombre palpa al creador en sus criaturas, comprende en un instante lo que ha estudiado tanto tiempo y no había entendido todavía. En ningún caso se extingue este relámpago demasiado pronto. Deja a uno tiempo para analizar su experiencia en su realización viva. El alma se siente en el centro de este movimiento. Ella posee ahora lo anhelado. En los que comienzan se obra una conversión y se cambian la norma y estilo de vida. El fuerte impulso que proviene de un plano superior, suele encontrar su resonancia en el plano inferior y ordinariamente en forma de perceptibles cuadros ópticos… o acompañada de señales acústicas…

  Sin embargo la intuición metafísica del ser y sus cualidades trascendentales es algo importante. No se le puede alcanzar sin una cierta limpieza moral, y bajo su influjo natural del alma se fortalece y favorece su liberación de ataduras peligrosas.

  Parece que hay parecido en la concepción cristiana de la Iluminación (Merton y Staehlin) con la Iluminación del Zen (sho-kenshö, la pequeña visión del ser y el dai-kenshö o la gran visión del ser). Por el peligro de engañarse y engañar a otros está vigente en el Zen una especie de precepto, de hacer verificar la propia Iluminación por otro ya iluminado.


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[1] Citado por REDONDO BARBA R. “Callejón sin salida”. (Perspectivas de nuestra juventud). Col. A los Cuatro Vientos 3. Desclée De Brouwer. Bilbao 1995, pág. 145. El Dr. Redondo es Maestro Zen español.

[2] HUMPHREYS C., Conocimiento y meditación, pág. 100. Citado por Idem pág. 107 nota 278.

[3] JOHNSTON W., La música callada. La ciencia de la meditación. Col. Betania 49. Paulinas. Madrid 1988, 4ª. ed., págs. 210-213.

 

   


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© Marco Antonio de la Rosa Ruiz Esparza

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www.filosofiayliteratura.org/zen/beneficioszen.htm

Marco Antonio de la Rosa Ruiz Esparza, M.G.

(Misionero de Guadalupe). Nacido en Aguascalientes,

 

Ags., (Méx.). Estudió filosofía en la Universidad Iberoamericana y teología en la Universidad Intercontinental, obteniendo el título de licenciado en teología. Ordenado sacerdote en 1983. Reside en Japón desde 1986. Párroco de Sukugawa, Pref. Fukushima (1992-1996). Representante de los Misioneros de Guadalupe ante el Consejo Diocesano de Pastoral de la Diócesis de Sendai, noroeste de Japón (1993-97) y del 2004 a la fecha miembro del Consejo Presbiteral y en ausencia del obispo del Consejo de Gobierno de la misma. Trabajo de Pastoral de Conjunto en la región de Aizu, Prefectura de Fukushima (1996-2004), donde fue director de dos grupos de contemplación Sadhana y Moderador de la misma (2002-2004). Practicó zazen con los Maestros Zen, Drs. Sato Kenko y Klaus Riesenhuber, S.J., y continúa bajo la asesoría del último. Desde febrero 2005 formará parte del Consejo Regional de la Misión de Japón de los Misioneros de Guadadalupe para el período 2005-2009. Actualmente reside en la catedral de Sendai. 

 

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